sábado, 26 de mayo de 2012

Zona de ensayo: "LSD" por Luisa Pastor


¿Qué tenemos hoy que no se deba a una revolución, a un movimiento que dé contestación a una época de decadencia? Nuestro modo de vida, despreocupado y feliz, por ejemplo, ha sido la pildorilla que nos entregaron, entre otros,  los visionarios de los 60, gracias a sus propias movilizaciones. Más allá de Woodstock, el mundo comenzó de nuevo a revisarse: cuestiones de tolerancia interracial, de emancipación femenina, de libertad sexual, de antibelicismo, de preocupación por el medioambiente,… fue el regalo que nos hicieron  aquellos jóvenes, retratados de manera muy simplista e interesada por algunos de sus contemporáneos, como  el ex – presidente de los EEUU, ya desaparecido, Ronald Reagan (al menos, éste reconocía que era actor), quien, en el colmo del desparpajo figurativo, dio su propia definición de aquellos rebeldes individuos, sin paliativos:  “tíos –dijo- con el pelo como Tarzán, que caminan como Jane y que huelen como Chita”.  Por no hablar (me imagino que se quedaría con algo en la punta de la lengua) de sus excentricidades estilísticas y étnicas, sus arco iris de idealismos fútiles, su inclinación anárquica y apátrida, sus marginales comunas o su célebre debilidad por las sustancias enajenantes, como la marihuana o el LSD. Y ya que hablamos de esa mítica droga, cabría recomendarles a nuestros políticos y, ¿por qué no?, a ciertos civiles más que cómodos y materialistas, un buen chute de esos combinados, un cóctel especial, entre parlamento y parlamento, de Libertad,  Sentido del deber  y  Decencia.  No sé, no sé… Lo mismo sus organismos no lo resisten… Mejor que prueben primero a escuchar a Joan Baez, y así empiezan poco a poco a iniciarse en esa cosa tan alucinógena que llamamos derechos humanos.  
Luisa Pastor



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