Es curioso que Charles Baudelaire, enemigo del progreso del
siglo XIX y representante del elitismo aristocrático, sea el precursor de la
poesía vanguardista y un icono de la modernidad. En La Folie Baudelaire (Anagrama), último libro de Roberto Calasso,
erudito, ameno, vigoroso, inclasificable, se explica el enigma de este poeta
desarraigado, paradójico reaccionario, esteta en guerra permanente con la
mediocridad y admirador, sin embargo, de algunos talentos mediocres como Merimé
o Costantin Guys, a quien calificó “como
el pintor de la modernidad”. Baudelaire deploró la dependencia de tantos
escritores y artistas prostituidos por la obligación de producir, pero se
adaptó a la naciente industria cultural debido a su sempiterna precariedad
económica –aquí podemos encontrar uno de los muchos paralelismos con su alter ego
norteamericano, Edgar Poe- e incluso fue aspirante a la Academia francesa y
mendigó una reseña al crítico Saint Beuve, quien accedió finalmente con un
texto paternalista y no exento de mordacidad. El ensayista italiano afirma que
Baudelaire es “el más arcaico de los modernos” y destaca otra paradoja: una de
las peculiares virtudes de su poesía es precisamente su falta de soltura, su
exceso de peso y densidad. “Su palabra está cargada diga lo que diga. Hay un
exceso de linfa, un adensamiento de energía, una presión de lo desconocido que
la sostienen y al fin la abaten”. La
folie Baudelaire es a la vez una monografía sobre el personaje prototípico
de la flanerie y una obra sobre el nacimiento
de la modernidad en el París decimonónico
Con todo, lo que
me ha parecido más atractivo de este libro repleto de analogías es el complejo
sueño que el autor de Las flores del mal
transcribió en una carta a su amigo Asselinau nada más despertar en la
madrugada de 1956. Calasso lo reproduce íntegro en el capítulo cuarto y le
dedica un profundo análisis. El sueño es un relato perturbador que me recuerda al mundo de
Fellini, “un cuento sorprendente –como lo califica Calasso-. Acaso el más audaz
del siglo XIX”. En su carta a Asselinau, Baudelaire define su sueño como “un
lenguaje jeroglífico del que no tengo la clave”. Resulta difícil no relacionar
por contraposición esta confesión de impotencia con la arrogancia que, veinte
años después, exhibe Rimbaud en sus Iluminaciones,
proclamando en repetidas ocasiones que él es el único que comprende el sentido
oculto de la vida. Recordemos el final de “Parada”, el cuarto poema de la
serie: “Solo yo poseo la clave de esta parada salvaje”.
¿Qué
tenemos hoy que no se deba a una revolución, a un movimiento que dé
contestación a una época de decadencia? Nuestro modo de vida, despreocupado y
feliz, por ejemplo, ha sido la pildorilla que nos entregaron, entre otros, los visionarios de los 60, gracias a sus
propias movilizaciones. Más allá de Woodstock,
el mundo comenzó de nuevo a revisarse: cuestiones de tolerancia interracial, de
emancipación femenina, de libertad sexual, de antibelicismo, de preocupación
por el medioambiente,… fue el regalo que nos hicieron aquellos jóvenes, retratados de manera muy
simplista e interesada por algunos de sus contemporáneos, como el ex – presidente de los EEUU, ya
desaparecido, Ronald Reagan (al
menos, éste reconocía que era actor), quien, en el colmo del desparpajo
figurativo, dio su propia definición de aquellos rebeldes individuos, sin
paliativos: “tíos –dijo- con el pelo como Tarzán, que caminan
como Jane y que huelen como Chita”. Por no hablar (me imagino que se quedaría con algo en
la punta de la lengua) de sus excentricidades estilísticas y étnicas, sus arco
iris de idealismos fútiles, su inclinación anárquica y apátrida, sus marginales
comunas o su célebre debilidad por las sustancias enajenantes, como la
marihuana o el LSD. Y ya que hablamos de esa mítica droga, cabría recomendarles
a nuestros políticos y, ¿por qué no?, a ciertos civiles más que cómodos y
materialistas, un buen chute de esos combinados, un cóctel especial, entre
parlamento y parlamento, de Libertad,
Sentido del deber y Decencia. No sé, no sé… Lo mismo sus organismos no lo
resisten… Mejor que prueben primero a escuchar a Joan Baez, y así empiezan poco a poco a iniciarse en esa cosa tan
alucinógena que llamamos derechos humanos.
Compartimos con todos vosotros la reseña que en el periódico La Verdad de Orihuela, en la sección Cosas que pasan, de Concha Montijano, se hace de la última novela de Manuel García, Rostros de tiza, y del montaje promocional que realizamos para su presentación al público orcelitano.
De nuevo, uno de nuestros trabajos, el videomontaje dedicado a Marina Tsvietáieva, aparece en el blog Poesía de mujeres. Agradecer desde aquí a Ana Muela su implicación con nuestra labor y su difusión. Os damos el enlace directo con esta página plagada de grandes voces femeninas. http://www.poesiademujeres.com/2012/05/ti-dentro-de-un-siglo.html
Os presentamos un homenaje a Marina Tsvietáieva, con la voz de Luisa Pastor y la colaboración inestimable de José Luis Zerón, que nos da su visión personal y única de la poetisa rusa. Además, os entregamos un poema inédito de Luisa Pastor inspirado en Tsvietáieva.
MARINA TSVIETÁIEVA: UNA POÉTICA DE LA INTEMPERIE
Hace algún tiempo fui invitado a
dar una dar una charla en un instituto. Al finalizar la misma, una profesora me
preguntó: ¿“Por qué ya no hay poetas como Marina Tsvetáieva?”. Desconcertado, improvisé
una respuesta para salir del paso. Hoy tampoco sabría responder con precisión a
tan audaz pregunta. Solo se me ocurre pensar que la gran escritora rusa Marina
Tsvetáieva (1892-1941), vivió en una época en la que todavía se creía en los
poetas, no como meros artesanos de la palabra, sino como artista fervorosos
dotados de una sensibilidad especial para vivir atentos a la revelación –que
podía surgir en las honduras del yo o en la convivencia cotidiana- y
capacitados para afrontar riesgos, privaciones y sufrimientos. Como sus amigos,
Boris Parternak y Anna Ajmátova, Marina vivió a la intemperie desde muy joven,
constantemente violentada por el infortunio y la barbarie. Como ellos escribió
a todo riesgo, sin la red protectora de la retórica. Toda su vida fue una tragedia
que encaró con un coraje y una dignidad que solo el descreimiento de nuestro
tiempo nos impide llamar heroísmo.
Sufrió la
pobreza y el exilio, cuando acompañó a su marido Serguéi Efrón, un capitán en
activo que huyó de la revolución rusa. Primero en Praga (1922) y luego en París
(1925). Tuvo dos hijas, Irina y Ariadna y un hijo, Gueorgui. Alejada de los
círculos literarios parisinos no encontró el reconocimiento que merecía. Pero
ella, que nunca perdió la fe en la poesía –aunque siempre temió perderla-,
escribió estos versos clarividentes: Mis
poemas serán saboreados como raros vinos/ cuando sean viejos.
Nostálgico de
su patria, Serguéi Efron fue simpatizando con la causa soviética y aceptó
trabajar para el servicio secreto. En 1937 cayó en desgracia y fue obligado a
regresar a Moscú. En 1939 Marina Stvetáieva volvió a la Unión Soviética para
reunirse con su marido. Ese mismo año Serguéi y su hija Ariadna fueron arrestados.
Marina respondió a los continuos agravios y humillaciones con la ofrenda de su
poesía, que no claudicó ante el nuevo dios y la ciega multitud que lo adoraba. Aunque escribió teatro, ensayo, un diario y
abundante correspondencia, es en su poesía –elaborada con un lenguaje cuidado y
de gran potencia visual y sonora- donde resalta la verdadera llama de su
talento creativo en perpetua lucha contra el sufrimiento. Sus poemas, plagados
de diálogos y preguntas, se extienden por los vastos territorios de la analogía
y acuden al misterio y se internan en la espesura a través de elipsis o repentinas
rupturas de lo previsible. Los versos fluyen, respiran, se entregan a la deriva
de su propio aliento con un insólito resplandor de aurora y de ocaso; en ellos
se mezclan el latido aventurero de lo naciente y la intensa solemnidad de lo
que finaliza. Una de sus traductoras, Selma Ancira escribió: “Tsvetáieva logró
pulverizar las palabras, logró que suenen de una manera distinta”. En mi
opinión, Antes del fin, título
premonitorio, es el mejor poema de Marina Tsvetáieva y junto a Réquiem, de su amiga Ajmátova, el gran
poema de la literatura rusa
El
temperamento resistente de Marina, manifestado en muchos de sus versos, se
encaró contra el sentido trágico de la existencia: “No te llevarás el rojo de
mi mejilla/, poderoso como el desborde de un río./ Eres cazador pero no me
rendiré./ Tú eres la persecución, pero yo soy la fuga”.
Su hija
Ariadna manifestó en su libro Marina
Tsvetáieva, mi madre: “Escribía de mañana, bien temprano, con el estómago
vacío (…) podría escribir cualquiera fueran las circunstancias que la rodearan
y de hecho así lo hizo”.
Pero tanta
rebeldía contra la siniestra realidad, tanto coraje, tanta intemperie, tantas pulsiones
heroicas tuvieron un límite. En 1941 Serguéi Efrón fue fusilado. Ese mismo año,
Marina se suicidó buscando la consolación en un paisaje lejano, el espacio de
paz que cantó e invocó en muchos de sus poemas.
José Luis Zerón Huguet
Ya que aquí nunca nada se realiza...
A Marina Tsvietáieva,
desde otro siglo
Ya que aquí nunca nada se realiza...
… ¿ Por qué no participar
del ser de las Musas,
compartir con ellas
su leve peso,
apenas sostenido
por las gasas de la imaginación?
Si nada al margen se consuma,
si todo por igual se desvanece,
¿por qué no dormir pronunciada
entre los labios del poeta,
por qué no pasear mi fantasma
por sus andamios y aranceles?
En tanto que solo la fuga persiste,
en tanto que somos ambos peregrinos
sin la palma y la gloria de los vivos,
¿por qué no alentar un trazo, una idea, la primera,
ser absoluta como el Arte, necesaria,
y olvidar de momento el canto
para admirar ese prodigio, esa desembocadura,
con el tedio de mi carne inspirando su rezo…?
Como quiera que entiendo
su figura al trasluz de mis dolientes versos,
como quiera que ayer perseguí el mismo sol,
hasta que cayó la tarde, y sobrevino el frío,
¿por qué no conducir sus dedos
por el abandonado oficio
de hallar los secretos
perdidos entre mis anillos?
Sabiendo que nunca nada se cumple
aquí por siglos,
sabiendo que hay una hora para todo
que se cobra el silencio,
nada debiera al menos impedir el consuelo
de encontrar a su lado
un paisaje para mi descanso,
un instante para adivinar la intención de sus manos,
El elenco de actores con la directora, Luisa Pastor,
y la coordinadora, Mª Luisa Martínez
Caballero y Merlín en un momento de la representación.
La
sección juvenil de Auralaria poesía
escénica estrenó el pasado domingo 13 de mayo, en el Ateneo Cultural Casino
de Orihuela, su versión libre de “El
caballero de la armadura oxidada”, una novela
breve de Robert Fisher. La obra, que
fue adaptada por Javier Pastor y Luisa Pastor
y dirigida por esta última, tuvo como intérpretes a jóvenes vinculados a la catequesis
impartida en la parroquia de las Santas Justa y Rufina. Diego J. Torres, Marta
Ruiz, Alba Giménez, Lucía Casanova, Anabel Rivera, Alba Barberá, Sonia
Aparicio, Paz Alarcón y Pepe Serna conforman el elenco dramático con que
Auralaria considera consolidada su propia cantera para futuros montajes
dramáticos y poéticos.
Auralaria os invita a aproximaros al poemario de José
Luis Zerón, "Perplejidades
y certezas", publicado recientemente en el blog del periodista
J.A. Muñoz Grau. Como muestra de la profunda indagación en el hecho poético
adelantamos estos "Apuntes
para una poética". Imprescindible para todos los amantes de la
palabra.
APUNTES PARA UNA POÉTICA
José Luis Zerón.
(Retrato de J.A. Muñoz Grau)
Hay que vigilar hasta encontrar de nuevo el proceder del
mundo en las palabras. Pero cuidado con los déspotas del lenguaje.
Inclinado con tu carga de incertidumbres sigues el rastro de
la escarcha e indagas en los laberintos de briznas. Aspiras a verte colmado en
la expectación. Tu fe es el camino por el que avanzas sin precipitarte. La duda
es tu paroxismo.
El poema es como un pájaro atrapado en el deseo de ascender.
El poema no es el hogar, sino la errancia, último reducto de
quien ha sido derrotado en todas las batallas contra el tiempo. Se escribe con
gritos de incapacidad y expresivos balbuceos. No le busquemos certezas ni sentido.
La desolación de la escritura es su grandeza.
El poeta sigue huellas imposibles en el desierto.
El poeta vive permanentemente en estado de alerta. ¿Cuántas
horas dedicadas a remover la ceniza en busca del fuego augural? No se pueden
contabilizar. En la calma o en el estruendo, en el alborozo o en el desamparo,
persiste en acechar las defunciones. Su lengua es de ausencia y, sin embargo,
tiene una fe inquebrantable en el encuentro. En su fervor hay un exilio y en su
victoria una subordinación. Su identidad se fortalece en la frontera.
Percibes fascinado la claridad de los florecimientos y, con
una paciencia instintiva, procuras decir el mundo, mas no es posible retener el
temblor. Un poema es la gracia de nombrar lo efímero.
Las palabras son el despeñadero de la percepción.
El poema es una flor inoportuna que crece entre las ruinas
de las ilusiones. Esplende como el jaramago en los jardines arrasados.
El camino del poeta está lleno de pozos y estrellas.
¿Qué es Dios?
El gran vacío, el espacio en blanco en donde hemos de
naufragar.
En épocas de desamparo rotura tu propia nada y siembra en
los surcos hostiles palabras de afirmación. Pero es preciso sentir la
convulsión de la siembra, sólo así abrirás caminos de cosechas.
Creemos que cualquier camino nos llevará hasta la cima, pero
al final de la senda siempre nos espera el precipicio. La cima está siempre por
hallar. El alborozo de la búsqueda compensa las zozobras.
Pero nunca rompamos nuestros vínculos con la cima. Lo
contrario significaría perecer en la inacción.
La poesía no es el saber del ser, sino más bien el de su
carencia.
Hay seres ejemplares que aman las tormentas.
Si acaso encuentro abrigo es bajo el techo de la tormenta.
El torrente tiene tacto de sombra y de cieno y el color
innombrable del útero. Su dulce fragor nos devuelve el límite borroso de otra
vida que empieza ahora.
No es fácil encontrar a personas que hablen de poesía, y más que lo hagan con la sensibilidad que ello exige. De ahí que creamos necesario compartir con vosotros la reseña que Mateo Marco hace del último poemario de Ada Soriano, "Principio y fin de la soledad". El enlace es el que sigue. Esperamos que os guste.
Por iniciativa de la poetisa Ana Muela Sopeña, escritora deliciosamente compulsiva que edita además varios blogs dedicados en cuerpo y alma a la poesía, entre ellos, Poesía de mujeres y Laberinto de lluvia, lugares donde esperamos encontrarnos, Auralaria participa de ese culto a la palabra con la publicación del poemade Luisa Pastor,"En primera persona" ,en Poesía de mujeres, acompañado del montaje que pone imagen, música y voz al texto. Por cierto, la música es el gesto generoso de nuestro amigo Francisco Jorge Mora, fantástico compositor que nos cedió una melodía inquietantemente bella: "Obertura Dos Motivos".
Queremos agradecer desde aquí la energía y el cariño con que Ana Muela apoya nuestros pinitos, alimentándolos con su confianza. El abrazo es compartido.
Os ofrecemos los dos trailers que confeccionamos para la presentación del libro Rostros de tiza, de Manuel García Pérez, en cuya presentación colaboramos el pasado día 3 de mayo, en el Ateneo Cultural Casino Orcelitano. El primer trailer lleva por título "La joven generación", y se centra en los personajes de la novela, con Where do i begin, de "The Chemical Brothers", de fondo mientras que el segundo, centrado en los escenarios de la obra, se presenta bajo el título de "Lugares comunes", con acompañamiento de Lovesong, de The cure. Agradecer a Manuel García el habernos dado esta oportunidad de colaboración (que esperamos no sea la última) y la colaboración desinteresada de Joaquín Marín, Carlos Boldo, Paco Llorca y María Ouarrouch.
Esperamos que os gusten y os invitamos a comentarlos y a haceros seguidores de este blog dedicado a la poesía.
En la foto, de izquierda a derecha, Álvaro Giménez, el escritor, Manuel García,
el ilustrador, Roberto Ferrández y el librero Vicente Pina (Códex)